Muchos
padres, especialmente los que lo son por primera vez, tienen muchas
dudas sobre
cómo han de criar a sus bebés.
La lactancia y el sueño son unos de los temas que más dudas generan
a los recientes padres.
También
es muy común que los padres se sientan confusos
ante cómo responder al llanto de su bebé.
Esto no debería generar tanta confusión, en realidad. Todos los
padres, de manera natural, responden al llanto de su bebé de un
mismo modo: tratando de calmarle y conseguir que el llanto cese.
El
conflicto paterno se produce ante
la manera de calmar el llanto del bebé.
Después de comprobar que el llanto no se debe a que el bebé tenga
hambre, sueño, frío o calor o necesite un cambio de pañal surge el
problema. ¿Qué necesita el bebé? ¿Qué está queriendo comunicar
con su llanto?
Pues
bien, si el resto de necesidades están cubiertas, el bebé, con su
llanto, está indicando que tiene necesidad
de contacto. La necesidad de
contacto físico es igual de importante que el resto de necesidades
básicas del bebé.
El
bebé humano nace con una gran inmadurez. Es el
contacto casi permanente con su madre el que le garantiza su
supervivencia. El contacto cercano
con la madre le permite alimentarse y estar protegido ante cualquier
peligro. Del mismo modo, le permite crear un vínculo
afectivo seguro con su madre, lo cual será la base de todo su
desarrollo emocional
posterior.
Así
pues, la necesidad de contacto es un mecanismo de supervivencia
natural del ser humano. Sin embargo, en
nuestra cultura existe una gran tendencia a negarlo, aludiendo a que
los bebés se "malcrían" o se "malacostumbran"
si se les coge en brazos.
De
aquí procede el conflicto interno
que se les genera a los padres
cuando han de dar respuesta a la necesidad de contacto de sus bebés.
Su instinto les dicta que la satisfagan cogiéndole
en brazos, meciéndole,
abrazándole...
pero la sociedad en la que viven les censura, les insta a que no lo
hagan creándoles
el temor de que eso no es bueno para sus hijos.
"No le cojas en brazos, que se va a acostumbrar"
Los
padres de bebés pequeños se encuentran con un mensaje
social muy claro
incluso antes de que sus bebés hayan nacido: no es bueno coger en
brazos a los bebés. Este mensaje se basa en falsa creencias como que
el bebé se convertirá en un ser dependiente si se le coge en
brazos.
Así,
se transmite a los padres que los bebés han de estar en su cuna, su
hamaquita o en su cochecito,
pero nunca en brazos. De esta manera se
cree erroneamente que se está
evitando crear un niño dependiente.
El bebé humano es dependiente por naturaleza
Sin
embargo, el argumento social anterior pierde todo su sentido en
cuanto uno se detiene a observar la naturaleza del ser humano. El
bebé humano nace con una inmadurez tal, que le hace ser
completamente
dependiente de su cuidador principal durante, al menos, los primeros
meses de su vida.
Cuando
el bebé nace, pasa de estar en el ambiente
intrauterino, vivo, caliente, en
constante movimiento, al ambiente
extrauterino. Lo más parecido en
este ambiente a lo que conoció antes de nacer es el cuerpo de su
madre: su olor, su tacto, su voz, su temperatura corporal, el latido
de su corazón. Por ello, la proximidad física con su madre ofrece
al bebé la sensación de seguridad y protección que necesita.
La
independencia del bebé es un proceso madurativo, lento y gradual,
que va parejo a su desarrollo físico, psicomotor, cognitivo,
comunicativo y afectivo. Como todo proceso evolutivo, requiere de
tiempo para producirse, no se produce de manera abrupta.
De
este modo, negar al bebé la satisfacción de su necesidad de
contacto es actuar en contra de su naturaleza. El contacto físico
casi permanente con su madre permite al bebé generar un
vínculo de apego que le
permitirá, más adelante, desarrollarse emocionalmente de manera
adecuada y alcanzar su autonomía e independencia con seguridad.
Asimismo,
el contacto físico del bebé con su madre favorece
la instauración de la lactancia, el desarrollo de los sistemas
físicos y sensoriales del bebé y genera un gran bienestar tanto al
bebé como a la madre. Asimismo,
es la acción más eficaz para calmar
el llanto del bebé.
Por lo
tanto, coger al bebé en brazos
ofrece innumerables beneficios físicos y emocionales al bebé,
proporcionándole una base afectiva equilibrada y segura que le
permitirá, más adelante, ser un niño autónomo, independiente,
asertivo y seguro de sí mismo y del mundo que le rodea.
Fuente: Psicología y Crianza
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